Según datos recogidos por el Obsevatorio Espacial Kepler de la NASA, en nuestra galaxia podría haber hasta 300.000 millones de planetas. Sí, millones de planetas en la inmensidad del espacio, pero todas sólo en una sola Tierra. No hay dos; ni hay planeta B. Y por esa razón, no queda otra alternativa más que la de tomar conciencia y trabajar para remendar el daño causado a la casa común.

Hoy se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente. El lema escogido es “Una sola Tierra”, consigna que busca cambios profundos a nivel político y en las decisiones de los ciudadanos del mundo, para empezar a vivir de manera más limpia y ecológica. Curiosamente, el lema es el mismo que se usó en la Conferencia de Estocolmo en 1972, en la que se creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que más tarde estableció la efeméride.

Medio siglo después se aboga por lo mismo, pero en peores circunstancias. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido clara: estamos atravesando una triple crisis planetaria causada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, que están llevando a la Tierra a un punto de no retorno. Ríos que arrastran vertidos industriales, lluvias ácidas, el temor de las armas nucleares, incendios que terminan con la flora y con la fauna... No es un simulacro. El futuro ya está aquí, y sólo el humano puede lograr cambios positivos. ¿Cómo? Restaurando los ecosistemas y trabajando de manera orquestada.

En marcha

La ONU reconoce siete diferentes categorías de ecosistemas, comunes en todo el planeta. De ellos, en Tucumán tenemos cinco; bosques, entornos de agua dulce, montañas, tierras agrícolas y zonas urbanas. ¿Los estamos cuidando? Sí, pero falta mucho por hacer. Hay diferentes organizaciones (gubernamentales y no gubernamentales) que trabajan diariamente para que estos espacios estén resguardados. “Todos estamos en condiciones de hacer algo por el cuidado del medio ambiente. A las tres R (reducir, reutilizar y reciclar) agregamos una cuarta: la responsabilidad que tenemos cada uno como ciudadano, de qué estamos haciendo y cuál es nuestra huella”, explica a LA GACETA Rubén Bulacio, presidente de la Fundación Forestar, que desde hace más de 15 años realiza acciones de reforestación en diferentes puntos de la provincia.

Repoblar espacios con árboles es importante, ya que producen oxígeno, purifican el aire y reducen las temperaturas. Pero ese sólo es un ecosistema. Las zonas urbanas, por ejemplo, son un gran sumidero de contaminación. Quienes toman la posta en estos lugares son tradicionalmente los jóvenes. En la provincia, grupos ambientalistas como Salvarnos Salvando realizan acciones sostenidas para restaurar el ecosistema y crear conciencia. “Las actividades que más participación han tenido son las que llevamos a cabo en la ciudad, como las recolecciones de colillas; a la gente le copa un montón ver que hay gente moviéndose por la temática y los ecopuntos, en los que los vecinos llevan muchos residuos”, reflexiona el activista Octavio Carabajal, del grupo.

Todas las acciones que se realizan tienen el mismo objetivo: restaurar. Pero así como hay ambientes que necesitan ser restablecidos, hay otros con buen nivel de conservación que deben ser cuidados.

Frente a la caótica situación del planeta, tenemos algunas buenas noticias en nuestros ecosistemas: “Tucumán tiene un nivel de conservación de Yungas muy interesante; muy bueno. Es algo que hay que poner en valor; la restauración surge para resolver problemas específicos, pero es importante pensar que Tucumán ha sido pionera en conservación, mucho antes de que se hablara de este concepto”, destaca Alejandro Diego Brown, ecólogo y presidente de la Fundación ProYungas. De hecho, en la provincia se creó la primera reserva provincial del país, en 1936.

Acciones

La ONU recalca que este día busca que los gobiernos trabajen para brindar soluciones. En Tucumán, hay en marcha acciones para proteger los ecosistemas, así lo indica Florencia Sayago, directora de la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia. “Principalmente controlamos los aspectos ambientales de la actividad industrial, y algunas cuestiones relacionadas a los residuos sólidos urbanos, la calidad del aire y problemáticas agrícolas”, explica. Nombra algunas acciones activas: un plan de reconversión industrial, para reducir los residuos de la producción y hacer uso eficiente de la energía y del agua; un nuevo programa piloto de cálculo de huella hídrica, para saber cuánto consumen los ingenios y cómo se puede ahorrar más; y un proyecto para crear una red de monitoreo de la calidad del aire en zonas urbanas, entre otras acciones. Además, resalta la educación ambiental como clave.

“La coordinación de acciones entre el sector público y el privado es importante -destaca Brown-; todo lo que impulse actividades colectivas, vínculos entre sectores y sumar a la ciudadanía, siempre es positivo. Hay que generar espacios de encuentro y de trabajo colectivo”.

Vivir en armonía

Como vemos, diferentes actores realizan actividades en pos del medio ambiente tucumano. Pero todavía hay mucho pendiente. La ONU asegura que los humanos deben comenzar a vivir en armonía con la naturaleza. “Y para eso falta educación y concientización, pero no es algo que se logra de un día para el otro. Es un proceso lento”, reflexiona Bulacio.

“Lo que sucede es que el humano no convive en armonía con la naturaleza porque no hay una relación de coexistencia (en la que dos cosas existen sin anularse una a la otra) -considera Carabajal-; el humano está degradando la naturaleza. No hay una relación de coexistencia, y es necesario que sepamos convivir con la naturaleza y no mirarnos como algo aislado, fuera de ella. Somos totalmente dependientes del ambiente”.

Vivir en armonía, al parecer, es una de las claves para proteger y restaurar: entender que somos parte de lo mismo. “Tenemos que tomar conciencia de que somos parte de la biósfera, y que nuestra supervivencia depende fuertemente de un cambio -dice Sayago-; tenemos, por un lado, una fuerte dependencia de la naturaleza, pero a su vez una gran capacidad de alterarla. Y si no tomamos conciencia de que tenemos que retornar a un punto de equilibrio, el futuro de la humanidad está comprometido”.

En eso coincide Brown. “El futuro de la humanidad está en pensar en vivir en una mayor armonía con la naturaleza. -resalta-; tenemos que generar acciones que permitan mejor y mayor coexistencia con los elementos de la biodiversidad”.